Los lobos se distribuyen magistralmente las jerarquías; se reparten las funciones durante la cacería, y cada lobo sabe cuál debe ser su ubicación estratégica y en qué momento asestar el golpe final para derribar a la presa.
Es extraño que una sociedad tan bien organizada para alimentarse no emplee algo de tiempo para formar una leyenda según la cual les sea factible convertirse en hombres.
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