miércoles, 26 de noviembre de 2008

Narcisismo especular o El otro lado


Yo observaba a ese hombre cabizbajo. Vanamente quería deletrear lo que él escribía con el índice en la ventana empañada con su aliento, o con la escarcha, cuando tratábamos de hacer contacto. Desde el accidente que tulló mi pierna izquierda, yo sólo me he dedicado a mi cuarto, solitario, en coloquio sólo conmigo he aprendido a formar mi propia bóveda de valores, mi propio universo paralelo a todo, y a todos. Algo me ha confiado la tarea de formar en mi persona ese Superhombre desligado del lazo ancestral que nos ata a las masas, que no nos permite ser auténticos, porque... somos (literalmente somos).

Y así me abandonó la juventud. Así me quedó la costumbre de soñar, en mi adultez, soñar conmigo y mis proyectos. Así en mi casa como en mi cuarto; en la perplejidad y la incapacidad, estaré siempre atado a esta silla. Pero tengo todo. No faltará pábulo para mi existencia: un plato de caldo cada día, un buen libro que enviaré a comprar el jueves. ¿Personas…?, no las necesita mi soledad; además, me temen, y cada vez que ven este rostro verrugoso, cabellos cortados con estas manos añejas y una cintura de la que cuelga sólo una pierna, simplemente se alejan, o se disculpan de no poder permanecer más tiempo en mi habitación.

En el otro lado me mira ese hombre. Yo lo observo (lo venero) desde mi ventana; una y otra vez trato de imitarlo, invariablemente lo logro, porque la equidistancia que nos separa en realidad nos une y enaltece, pues aquél es mi fiel reflejo...

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